—Yo no sé por qué, pero siempre que repaso la idea de aprender a manejar carro, pienso en un cacharrito de esos atolondrados, viejos y destartalados. ¿Te imaginás?, un carro con chichones y rayones. Yo en uno nuevo no sería capaz de embarcarme, como que creo que me accidentaría. En cambio un carro viejito y atolondrado me daría confianza para desafiar el miedo a conducir.
—Sí, lindo eso de que la experiencia de un carrito viejo lo acompañe a uno en esa aventura, en ese camino de iniciación. Que las memorias de todos esos kilómetros recorridos te impulsen cuando dudes y tengas miedo.
—Jum, antes de los 40 voy a hacerlo.
Textos: Todaslasquehesido.com
Ilustración: Akira Kusaka.